22-01-2020, 01:42 PM
(Última modificación: 22-01-2020, 01:45 PM por davesanchoo.)
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Bueno a estas alturas poco que decir que no se haya dicho ya. Pero bueno diré un par de cosas porque estoy de vacaciones en el pueblo y no tengo nada mejor que hacer la verdad.
La novena peli de Quentin Tarantantino es probablemente la más premeditadamente autoconsciente de su filmografía. Cada referencia, cada cartel, cada cameo y cada encuadre están destinados a evocar un tiempo pasado que no existió, pero que permanece vívido e indeleble en su memoria. Es fascinante lo mucho que se deforma la memoria con el tiempo y cuánto acaba alejándose de lo realmente vivido y experimentado, ¿Pero acaso no somos todos perpetuos prisioneros de nuestros recuerdos más alegres o más patéticos? Por tanto encuentro tremendamente injusto referirme a esta cinta como lo que es, una película, porque realmente es una carta de amor al cine, a la nostalgia y al dulce recuerdo de un breve período de tiempo en que las cosas eran más simples, ingenuas y puras. Y como tal es maravillosa. Porque como recreación de ese pasado alternativo es deliciosa, profundamente evocadora y de una melancolía infinita. Sharon Tate como ser luminoso confinado para siempre en ese mundo es el icono definitivo de lo que pudo haber sido y no fue. Extraordinario y tristísimo el retrato que se hace aquí de ella, con una Margot Robbie espectacular.
Y qué decir de ese dúo que forman Rick Dalton y Cliff Booth, una relación tan entrañable y genuina que no cuesta pensar en que tales tipos existieron de verdad, hicieron su trabajo, triunfaron, fracasaron y se dejaron los higadillos para dejar su huella en Hollywood, ya fuera grande o pequeña, viviendo lo mejor que pudieron de su talento. El especialista de Brad Pitt rezuma tal cantidad de magnetismo que pensé que arrancaría el asiento del cine y se quedaría pegado a la pantalla. Su atuendo de camisa hawaiana y camiseta Champion en la fabulosa escena del rancho quedará impreso para siempre en mi memoria cinéfaga. Qué carisma la virgen (y cómo me recuerda a Robert Redford el hijoputa). El retrato del actor con sus inseguridades y vicios por parte de Di Caprio no se queda atrás, dejando algunas de las escenas más divertidas de toda la filmografía tarantiniana (la niña "actor" redicha y sus consejos).
En fin, no me quiero enrollar mucho más. Coincido con muchos compadres en que la falta de foco de la peli y las continuas digresiones hacen que en ocasiones el ritmo se resienta un poco. Para mí está lejos de ser perfecta. Aunque poca falta le hace. Porque a fin de cuentas es la tercera peli seguida que Tarantino me encasqueta en la que se va más allá de las 2 horas y media y yo sigo a bordo. Sigo a bordo porque me encantan la peroratas interminables, los estallidos de violencia extrema y los guiños cinéfagos. Entiendo que cada vez más sus pelis representan puertas de entrada a su universo propio y personalísimo, y como tales, son bienvenidas y largamente esperadas. Yo nunca me cansaré de deambular por estos mundos perdidos donde la cinefilia y la pasión por contar las historias de sus personajes siempre prevalezcan.
"This aggression will not stand, man"