21-05-2022, 04:35 PM
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Estas últimas tres semanas me he ido viendo en Filmin esta serie de la BBC. Del año 1976, sigue siendo espléndidamente valorada hoy día, casi 50 años después. Confieso que era una de mis cosas pendientes, pero nunca había tenido el impulso de ponerme con ella. El período histórico me gusta mucho, y "Roma" de HBO me parece un producto magnífico. El caso es que, a instancias de un amigo, este mes he decidido ponerme con ella al fin. Y menuda maravilla.
Los dos primeros episodios están aglutinados en uno solo, conformando la primera sesión de algo más de hora y media. Los 11 restantes son de unos 50 minutos cada uno. Si nos acercamos a esta serie hoy día, como es mi caso, hay un par de escollos que hay que salvar. El primero es lo visual. "Yo, Claudio" es una serie muy hija de su tiempo en cuanto a textura de la imagen, y es una piedra que al principio no solo puede chocar, si no incluso hacernos sangrar un poquito los ojos. Nótese que hablo únicamente de textura. La imagen tiene ese deje incluso antiguo, clásico, pero en el mal sentido. Como espectador, hay que hacerse.
Otro aspecto es la propia naturaleza del producto. "Yo, Claudio" funciona como una monumental obra de teatro dividida en 12 partes, por lo que los interiores no son la tónica, sino la constante, y las interpretaciones van bastante en consonancia. Sin embargo, es otra piedra que si superamos y a la que nos acostumbramos, descubriremos oro en su interior.
Creo que son estos dos aspectos los que podría catalogar, no como negativos, pero sí como advertencias si no os habéis acercado a esta serie. Pequeños escollos que, una vez superados, darán pie al disfrute de un producto excepcional en casi todos sus apartados. El nivel al que juega la trama es superlativo, siempre interesante y con ritmo endiablado. Las interpretaciones, si bien las de ellas pueden tender a cierta sobreactuación en ocasiones, o incluso indeferencia (con la excepción de Livia, que se come la pantalla y mueve la trama que es un primor), ellos, por lo general, es bárbaro. Seguramente el actor que hace de Augusto también peque de esa sobreactuación más propia del teatro, pero ayuda a empatizar y coger cariño a un personaje que de inicio sorprende por ser algo bonachón, e incluso el recurso cómico, para, llegado un momento, protagonizar una de las escenas más memorables de toda la serie, todo gracias a un plano fijo.
El guión es la polla, para no andarnos con remilgos. Al principio la cantidad de nombres y relaciones es abrumadora, pero una vez acostumbrados y metidos en harina, funciona tan maravillosamente bien, que se convertirá en droga dura. Los personajes, las intrigas, los giros, las relaciones... Todo funciona como un mecanismo perfectamente engrasado, que no deja nada al azar, aderezado por una estructura muy bien medida, tanto en el ritmo interno de los propios capítulos, como en el cómputo global de la serie (al finalizarla se tiene la sensación de producto completo y redondo. Nada sobra, nada falta. Maravilla), conformando un tramo central demoledor y subyugante (los capítulos 5 a 9 son absolutamente brillantes, llevándose la palma el 8 y 9, que conforman un clímax insuperable gracias a un personaje tan hipnótico como aterrador). Además de todo ello, la serie maneja el drama como nadie, y se las arregla para meter pequeñas píldoras de humor que funcionan de forma magistral.
En cuanto dirección, si bien la serie es todo trama y personajes, creo que sería injusto menospreciar la labor detrás de las cámaras. Los movimientos están muy bien medidos, que se acompasan a una dirección de actores fantástica (ayuda la presencia de ciertos titanes que desfilan por pantalla) y composiciones de planos en ocasiones tremendamente elocuentes. Es un aspecto que, debido al deje teatral de la serie, puede pasar más desapercibido, pero a poco que nos fijemos nos daremos cuenta de lo cuidada que está la dirección.
Poco más que decir, realmente. No quiero hacer spoilers, y si no sabéis apenas nada de la Historia de aquellos años de la Roma Imperial, mejor. Quizás ya la hayáis visto. En ese caso envidiadme por estas tres semanas que me he pasado descubriendo esta absoluta obra maestra. De 50 años. Qué huevos. Joya atemporal.
