01-08-2022, 11:04 PM
| 0 | 0 | ||
Y, al fin, llegamos a la conclusión. La historia de Gabriel de Araceli, narrada por él mismo, alcanza su inevitable final, y junto con ella, la Guerra de la Independencia española da sus últimos coletazos en forma de batalla sangrienta, la cual, según la historia, fue la más cruel y violenta de cuantas hubo en aquel período sobre territorio español. En mitad de todos estos acontecimientos, Gabriel vivirá una serie de encuentros y desencuentros que le conducirán a su tan ansiado destino, no sin antes padecer grandes aflicciones, desazones y sufirimiento.
Pero me adelanto. Lo primero que llama la atención sobre esta "La batalla de los Arapiles" es su extensión. La última novela de la primera serie es la más larga, con 40 capítulos de narración (las demás suelen rondar los 30), y al contrario de lo que pudiera parecer, el ritmo es un auténtico tiro. No dejan de suceder cosas, Gabriel es zarandeado de un lado para otro, y la atención del lector es máxima. Resaltar, a modo de advertencia. Si bien la novela tiene el nombre de una batalla, ésta no se da hasta bien entrada la historia, en su último tercio, y ocupa unas pocas páginas. No hemos de esperar un "Bailén", o un sitio como el de "Zaragoza", en las que la extensión de los vericuetos bélicos ocupaban gran parte de aquéllas. Aquí Galdós continúa con su estilo de narrar más que mostrar, y nos va contando los lances de la batalla, los flancos, las cargas, pero sin detenerse en detalles escabrosos o morbosos. Sólo al final, cuando pretende dar pie al final de la confrontación, el canario baja al barro y nos hace sentir la angustia, violencia y desesperación del lance, todo ello narrado en primera persona por un Gabriel que se deja el alma, y casi la vida, en un determinado momento. (Las novelas están narradas en primera persona, por lo que el hecho de que la vida del protagonista nunca corre peligro de cara al lector es algo sabido desde la primera página). Poderosísima la fuerza de este pasaje, que no duda en cogernos de las pelotas y apretárnoslas hasta que nos ahoguemos del grito.
Antes de ello, Galdós lleva a Gabriel a la ciudad de Salamanca en misión de espionaje. Aquí entra en liza otro personaje que crea Galdós, Miss Fly, una dama inglesa, enamorada de las novelas de caballerías españolas, siempre en busca del heroísmo y la ficción, esperanzada de encontrarlas en la realidad de aquella guerra. Un personaje divertido, algo cargante en ocasiones, y con unas motivaciones que se le descubrirán la lector casi al final, y directamente relacionadas con un determinado pasaje acontecido en una novela anterior. No puedo evitar pensar, por otra parte, aunque tal vez me esté columpiando, en el hecho de que Galdós se vale de este personaje para darnos su particular visión de la nación de Inglaterra. Galán, altiva, con el honor siempre por delante, pero al mismo tiempo, con su punto embustero y falsete.
Sea como fuere, esta Miss Fly le da alas a la narración, tanto cuando acompaña a Gabriel como cuando no, apareciendo en los momentos más oportunos, y conformando, en algunos pasajes, una suerte de buddy movie la mar de divertida, con una yuxtaposición de roles en ese juego de espionaje que se da en la ciudad de Salamanca simplemente delicioso. Añade además este personaje un triángulo amoroso a la novela fantástico, que tiene como protagonistas a Gabriel, ella misma e Inés, lo cual le da el punto, no solo romántico, si no cómico, con sus enredos, celos y rumores que se esparcen como la pólvora por el campamento aliado, y que llevan al pobre Gabriel por el camino de la amargura. Uno se lo pasa teta con la cantidad de elementos que el canario introduce en la novela, y cómo consigue acompasarlos en la sinfonía global. Una delicia.
Al final, es el propio Gabriel quien zanja el relato, y la serie al completo. Toda una experiencia, si se me permite, haber seguido las andanzas de este personaje durante los últimos dos años. 10 novelas que he ido alternando con otras lecturas, y que da una visión muy clara y emocionante de aquel período histórico, tanto en lo tocante a nuestros propio país, con sus idas, sus venidas, y la multitud de cosas que nunca cambian en esta España en la que vivimos, sumado a ello la visión de un conflicto casi global (hay historiadores que, ni cortos ni perezosos, nombran las guerras napoleónicas como la primera guerra de carácter mundial) y la intervención de los diferentes países que se enfrentaron en España. Uno se para a pensar, además, en cómo las alianzas entre países pueden cambiar en un suspiro. La primera novela, "Trafalgar", tiene a España y Francia como aliadas contra el todopoderoso inglés. La última tiene en confrontación a España, Inglaterra y Portugal contra la todopoderosa e imperial Francia.
Un último apunte, que creo que ya he comentado en alguna reseña anterior. Si en algún momento os pica el gusanillo y queréis acercaros a esta mastodóntica obra literaria, no lo dudéis. No hagáis como yo, cuyo recuerdo siempre se me ha venido de mi época del instituto, y cuando algún profesor nombraba esta serie, parecía aquello la puta obra del Escorial, tan grande como jodidamente aburrida, en apariencia. Esta primera serie lo tiene absolutamente todo. Humor (he soltado más de una y más de dos carcajadas leyendo), traición, guerra, conspiraciones, enredos, amor, grandes personajes, un ritmo endiablado, y un interés constante e hipnótico. Sólo hay que superar ese estilo algo recargado propio de la época y unas maneras en los diálogos (y extensión) también muy de aquellos tiempos. Una vez superado esto, lo que encontramos es un pasaje endiablademente interesante, emocionante y divertido, dentro además de una de las Historias más fascinantes del mundo, la de nuestro propio país, con sus mil y una contradicciones, y sus frustraciones constantes, pero joder, increíble.
Os dejo con algunas frases y extractos de esta última novela que he encontrado por Internet. Un abrazo a todos, y gracias por seguirme y leer las 10 reseñas. Espero que las hayáis disfrutado la mitad que yo escribiéndolas.
"La vida fue mi escuela, y la desgracia, mi maestra".
"Mi corazón no nació para el odio: nació para responder a todos los sentimientos generosos, para perdonar y reconciliar".
"Masones y franceses, todos son unos: la pata izquierda y derecha de Satanás".
"Si os halláis imposibilitados para realizar en el mundo los generosos impulsos del pensamiento y las leyes del corazón, acordaos de Gabriel Araceli, que nació sin nada y lo tuvo todo".
"Tranquila y sosegadamente, Lord Wellington me preguntó:
- Señor oficial, ¿dónde empezó usted su vida militar?
- En Trafalgar -contesté.
Cuando esta histórica y grandiosa palabra resonó en la sala, en medio del general silencio, todas las cabezas de las personas allí presentes se movieron como si perteneciesen a un solo cuerpo, y todos los ojos fijáronse en mí con vivísimo interés".
"Dime muere, pero no me digas vete".
