20-07-2024, 08:27 PM
(Última modificación: 21-07-2024, 12:24 AM por davesanchoo.)
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Pues aquí estamos otra vez dispuestos a refocilarnos en ese glorioso y nostálgico género que tanto nos gusta y que nos resistimos a catalogar como pasado de moda. La vuelta al ruedo del otrora primera espada Kevin Costner con su confirmación ahora ya sí como director de westerns. Un proyecto de pasión, como si existieran otros para este tipo de autores, que llevaba 20 años cocinándose. Los mismos que hacen desde su última película, "Open Range", a la que me es imposible no volver por enésima vez. Pido perdón de antemano por el ya repetitivo ataque de melancolía que está por venir. Los que se sepan la historia o simplemente hayan venido a informarse sobre mi opinión respecto a la susodicha "Horizon" que salten directamente a la parte 3.
Parte 1. El resurgir del western que no fue o cómo un niño impresionable quedó embelesado para siempre por la mitomanía del oeste
Todos tenemos un puñado de películas que nos guste o no nos han marcado de forma indeleble como espectadores y han dado forma, en ocasiones más de lo que nos gustaría admitir, a nuestras filias. Casi siempre hablamos de cintas visionadas en nuestra tierna infancia o si acaso en los años de juventud, cuando somos seres aún por definir y cualquier estímulo externo supone un pequeño terremoto en la fértil tierra de la mente. Películas a través de las que podemos definirnos como aficionados y que en mayor o menor medida nos acompañarán siempre independientemente de cuantas más fagocitemos, pues sus raíces son profundas y los recuerdos asociadas a ellas inolvidables. En mi caso, ese grupo de obras es harto conocida y poco original. Dista mucho de ser una selección que pueda sorprender siquiera al aficionado medio. Pero a pesar de ello, y habiendo reflexionado con el tiempo, quizá hay un filme no tan obvio que subrepticiamente a sido definitorio en mi entendimiento y pasión por el séptimo arte.
Parte 1. El resurgir del western que no fue o cómo un niño impresionable quedó embelesado para siempre por la mitomanía del oeste
Todos tenemos un puñado de películas que nos guste o no nos han marcado de forma indeleble como espectadores y han dado forma, en ocasiones más de lo que nos gustaría admitir, a nuestras filias. Casi siempre hablamos de cintas visionadas en nuestra tierna infancia o si acaso en los años de juventud, cuando somos seres aún por definir y cualquier estímulo externo supone un pequeño terremoto en la fértil tierra de la mente. Películas a través de las que podemos definirnos como aficionados y que en mayor o menor medida nos acompañarán siempre independientemente de cuantas más fagocitemos, pues sus raíces son profundas y los recuerdos asociadas a ellas inolvidables. En mi caso, ese grupo de obras es harto conocida y poco original. Dista mucho de ser una selección que pueda sorprender siquiera al aficionado medio. Pero a pesar de ello, y habiendo reflexionado con el tiempo, quizá hay un filme no tan obvio que subrepticiamente a sido definitorio en mi entendimiento y pasión por el séptimo arte.
Estamos en el año 2003, tengo 10 años y me encuentro en una posición incómoda. Como el recién horneado adolescente tímido e introvertido que soy la celebración de un cumpleaños es los más parecido a una tortura china que se me ocurre. Mi compañero de clase y del equipo de baloncesto Iñigo Ortigosa nos ha invitado a comer y después nos llevará al cine. Más bien lo hará su madre Ana, una mujer absolutamente encantadora que no podía tranquilizar mejor a mí yo titubeante. Después de deglutir las pizzas, nos conduce al cine de barrio, apenas a un par de minutos a pie, los Avenida (o quizá ya Renoir). Huelga decir que son unas salas extintas desde el 2010. Pero precisamente en ese local a 10 minutos de mi casa, donde ahora venden utensilios de cocina, artículos de papelería y baratijas varias, viví uno de los ratos más gratos que recuerdo. Dos horas de cine western al estilo clásico, con el vigor de Hawks y la poesía de Ford.
¿Por qué se da este fenómeno? Lo de recordar largo tiempo algo experimentado de forma casual digo, atesorar ese memento de pequeñas sensaciones como si fuera oro. Puede que sea porque, a pesar de que todos los niños allí presentes excepto el cumpleañero y yo mismo se aburrieran de forma atroz y despotricaran de la película nada más salir, me ayudase a reafirmar mi postura (de forma interna por supuesto) de que esa cinta era mejor de lo que afirmaban. O porque como decía solo Iñigo y yo reconocimos nuestro regocijo y quizá a partir de entonces mi relación con él mutó en algo más profundo, pues habiendo compartido esa clandestina comunión fílmica nos vimos ungidos por el noble arte de la narración de historias. O también porque lo asocio a recuerdos de esa época, como cuando pocos años después su madre Ana (esa mujer encantadora) falleció de forma súbita fulminada por el cáncer y cómo al asistir a mi primer funeral siendo adulto me enfrenté por primera vez al inexorable abismo que a todos espera.
O más bien sea porque gracias a "Open Range" se me abrió un mundo de posibilidades que habité durante muchísimos años con mi padre. Incontables tardes y noches de películas del oeste a las que yo desde entonces asistí complacido. "¿Vemos una del oeste?" me decía conociendo de antemano la respuesta, encantado supongo de compartir su pasión con su estirpe. Asimismo, desde entonces mi interés por conocer la cartelera de estrenos aumentó considerablemente, siempre en la búsqueda de westerns que experimentar en la gran pantalla. Y aunque llegaban con cuentagotas y los hubo muy buenos, siempre tuve la vana esperanza de encontrarme de nuevo con ese nombre que durante lustros me había fascinado, el tal Kevin Costner del que por entonces yo no sabía nada, esperando que estrenara un nuevo film del oeste. Y hete aquí que veinte años y 400 películas después se ha cumplido mi deseo y la espera al fin termina.
Parte 2. ¿Querías pelis del oeste mamarracho? Pues toma dos tazas
"HORIZON: An American Saga - Chapter 1" es lo que me he encontrado tras tantos años elucubrando, imaginando las historias que Costner podría aún albergar en su interior. Historias que resulta que darán pie (o no) a 4 películas de tres horas de duración que abarcan un periodo histórico de 15 años antes y después de la Guerra Civil Norteamericana. Cielos santo por dónde empezar. Quizá lo suyo sería hacerlo por el principio.
Volvemos al año 2003. Costner a estrenado "Open Range" en todo el mundo y a pesar de que la peli recaudó casi 70 millones, el bueno de Kevin tuvo que poner casi la mitad de los 22 millones de presupuesto para terminar el rodaje. Por supuesto que este no es el todopoderoso Kevin Costner de finales de los 80, el novio de América, capaz de levantar como primera peli en la dirección un monumental western de 3 horas, llevándose 7 Óscar y reventando las taquillas de medio mundo por el camino. Este Costner venía de los también monumentales fracasos de "Waterworld", "Tin Cup", "Mensajero del futuro", "Entre el amor y el juego", "Mensaje en una botella" "Trece días", "Los reyes del crimen" y "Dragonfly". En una de las peores rachas de siempre a nivel de taquilla, su nombre ya no aseguraba ningún tipo de éxito, más bien al contrario. "Open Range" no lo fue y precisamente por ello se vio obligado a guardar en un cajón esta "Horizon", una historia que llevaba barajando dirigir ya desde 1988. Su primer western en esencia, dado que "Bailando con lobos" se basó en material ajeno, y probablemente origen de lo que después sería la propia "Open Range". Estuvo a punto de hacerlo con Disney en ese lejano 2003 pero una diferencia de 5 millones en el presupuesto dio al traste con el proyecto.
Y puesto que de vez en cuando hay tipos empeñados en labrar en granito aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y a pesar de casi arruinarse por completo nuestro amigo decide arriesgarlo todo una tercera vez con el dinero y las propiedades ganadas en un par de décadas de interpretar papeles alimenticios. Porque cuando su psiquiatra le preguntó en 2012, cuando decidió convertir la historia de "Horizon" en 4 películas, por qué lo hacía si nadie quiso rodar la primera él contestó: "Porque yo creo". Olé tus santos cojonazos Kevin.
Porque también está aquel dicho de que "si la vida te da limones...". Entre esos papeles alimenticios podríamos incluir al John Dutton III de la serie "Yellowstone" de Taylor Sheridan que se estrena en 2018 en Paramount Network con más pena que gloria. Pero año a año este culebrón de vaqueros gana adeptos y sin comerlo ni beberlo se convierte en la serie de más éxito de la tele por cable norteamericana, dando como resultado un universo expandido de dos miniseries spin-off con otras tres listas para estrenar en años venideros. En 2022 la primera parte de la quinta temporada bate récords de audiencia y es entonces, en la cima de su popularidad, cuando el bueno de Kevin desiste en aparecer en la muy demorada segunda entrega de la serie madre, saltando por lo aires la producción y su relación con Sheridan. La versión de Sheridan dista mucho de lo dicho por Costner en los últimos tiempos obviamente (uno dice que se bajó del barco porque quería control creativo y más dinero y el otro que se cansó de esperar y siempre estuvo disponible para rodar) pero ese es otro tema.
De modo que ahora sí, Costner dispone de nuevo de los medios y el tiempo necesario para rodar su megaproyecto de pasión. 36 años después está en la posición que quería, vuelve a tener el control absoluto y a pesar de empeñarse en rodar en localizaciones mucho más costosas cerca del desierto del Moab en Utah, donde no hay la infraestructura ni los técnicos de California o Nuevo México pues lo último gordo que se rodó allí fue "Centauros del desierto", decide apostarlo todo una vez más por materializar su sueño. Y cuando digo todo, es todo. O lo que viene siendo unos 38 millones de dólares, penny arriba o abajo, puestos de su bolsillo. Coppola sonríe y asiente complacido desde su próximamente embargado viñedo. "¡A tu salud Kev!" le dice el viejo cabroncete.
No habiendo aprendido nada de las experiencias en "Bailando con lobos", a la que llegaron a llamar en su día "Kevin's Gate" en referencia al descomunal fiasco de Cimino, ni "Mensajero del futuro"; y pese a los avisos más que evidentes de que el western clásico daba sus últimos estertores ya por mediados de los 90 (o que se lo pregunten a Kasdan y su mastodóntica "Wyat Earp" o sorpresa protagonizada por el propio Costner) el bueno de Kevin nos trae por fin el primer capítulo de su muy prolongado canto del cisne. Gracias a que Warner se comprometió a distribuir la cinta en cines, por fin he podido saldar la cuenta con mi imberbe pasado.
Parte 3: Póngame un western clásico a la Costner por favor. No, mejor póngame 4 sin cortar, gracias.
"Horizon" cuenta la historia de varios personajes que se ven atraídos por la promesa de un futuro mejor en el pintoresco pueblo homónimo. Lo que no saben es que no existe tal lugar, sólo la absurda esperanza de que alguien lo suficientemente cabezón lo construya. Guion de Costner y John Baird, el casting incluye a no pocos rostros conocidos, entre los que destacan Sienna Miller, Sam Worthington, Danny Huston, Luke Wilson, Jena Malone, Abbey Lee o Michael Rooker, además de por supuesto el propio Costner.
Como decía, nos narra las peripecias de varios personajes arquetípicos del género: en el sur tenemos a una madre e hija supervivientes de una desgracia y a unos colonos recorriendo el Camino de Santa Fe, mientras en el norte seguimos la pista de un vaquero y una damisela en apuros enfrentados a una familia despótica. Todas estas historias llegarán a cruzarse en mayor o menor medida y tienen por objetivo trazar un enorme fresco de la expansión por el oeste americano en los años claves de la Guerra Civil. Y quizá eso es lo que echo en falta en este primer atracón de western, algo más de foco. La cinta empieza con un clímax y a partir de ahí entra en barrena durante no pocos minutos saltando de un escenario a otro, lo que no ayuda a asentar el tono del relato ni a establecer un ritmo óptimo.
Tampoco ayuda el enorme plantel de tramas y personajes que por momentos la hacen parecer una serie. Eso sí estos últimos me interesan en mayor o menor medida, pintando a algunos pendencieros hijos de puta (unos caza indios absolutamente reminiscentes de la banda de Glanton de "Meridiano de sangre") y unos cuántos imbéciles encantadores. ¿Pero qué eran los pioneros más que una panda de esforzados cretinos cuya necedad les impedía ver lo obvio? Estaban intentando conseguir un imposible, conquistar la naturaleza indómita y salvaje costara lo que costara. Además los paisajes son absolutamente deslumbrantes y sobrecogen el corazón por su belleza inacabable y de cierta manera justifican su estreno en la gran pantalla.
Pero esta escala no se refleja del todo en lo narrado, como lo hace por ejemplo "La conquista del oeste" o "Horizontes de grandeza", ambos clásicos indiscutibles de lo épico. Veo más bien un empeño por abarcar todo el espectro moral de los personajes y eso es en ocasiones un problema. Porque cuando los conflictos me están empezando a interesar de repente cambiamos de tercio. También lo achaco a una realización tirando a plana, con una puesta en escena más bien como de miniserie de HBO, pero televisiva al fin y al cabo. Lo que para mí en pretensiones la acerca a algo como "Hatfields & McCoys", "Broken Trail" (que en mi cabeza siempre fue la secuela espiritual de "Open Range") o "Godless". No son para nada malas producciones, pero desde luego que no pueden competir con el espectáculo de cine épico al que aspira acercarse el bueno de Kev. Quizá en algún momento, hace diez años, habría sido posible ver esa versión gloriosa de "Horizon". Quizá aún lo sea si conseguimos llegar al "Capítulo 4".
Pero bueno, tampoco quiero que parezca que no disfruté de la cinta. Cómo no hacerlo cuando nada más salir el título el apoteósico score de John Debney me golpea en la cara con su clasicismo sinfónico a lo Barry, unas armonías de asombroso poder evocador. O cómo cuando Danny Huston se arranca con ese monólogo 100% western que me eriza la piel. O cuando vemos levantarse una y otra vez o los pobres colonos que no dan una a derechas. Nada casual viniendo de Costner que siempre encuentre la forma de entender a estos personajes, por muy equivocados que estén. Que encuentre también tiempo en su dilatado metraje para hablar de los nativos y sus preocupaciones. Para profundizar en su psique como pueblo y hurgar en un pasado que durante siglos les ha sido escamoteado sin piedad.
No me puedo enfadar con Kevin por ser demasiado (vaya) clásico, por almibarar ese final. Por faltarle suciedad y mala baba. Porque me esté contando lo mismo de siempre a pesar de que me lo sé todo ya de pe a pa. Pero qué diablos, nos encontramos en el oeste americano, lugar de mitos y leyendas tan inverosímiles como lo son la Materia de Bretaña o el Cantar de los Nibelungos. Y los mitos nunca mueren joder, solo se transforman. Da igual que nadie escuche, siempre habrá alguien interesado en estas historias. Da lo mismo que en tiempos de "plataformas" y "contenido" ni dios quiera acercarse al cine a ver este mamotreto. No importa que el linaje al que perteneces ya no exista, que te empecines en construir un futuro que ya no te pertenece apoyado en un pasado que es historia. Enarbolando una bandera, la del cine clásico de corte épico, que está ajada y desmembrada por completo. Que mueras en esa colina perdida de la mano de dios luchando por una causa que por loable no resulta menos fútil.
Hace unos meses durante la preproducción del "Capítulo 3" en Utah, Costner realizó una proyección del "Capítulo 2" en un cine para miembros del equipo de la película y colaboradores locales que ayudaron a levantarla. Ahora sabemos que probablemente esa sea la única vez que se vea en pantalla grande. No es el fin de una era, pero es lo más parecido que se me ocurre. "Tira. No te limites a aguantar. Tira de la maldita cuerda también”, le dice al entrevistador del reportaje del que he sacado algunos datos cuando habla de lo cerca que está el proyecto de irse al garete. Pero si ni siquiera Kevin Costner puede seguir tirando, ¿Cómo hostias lo íbamos a hacer nosotros?
P.D. Oh cielos. Si has llegado hasta aquí lo primero gracias. Lo segundo es que a pesar de que esta parrafada no compensa mi ya habitual inactividad quería aprovechar para aportar aunque sea esporádicamente mi granito de arena en este sacrosanto foro que tanto me da y al que tan poco devuelvo. Seguid con el buen trabajo compadres.
"This aggression will not stand, man"