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EL HILO DEL CHANBARA
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Como lo prometido es deuda, y en honor a Dave Sancho, que sé que espera esta entrada, ahí va mi aportación al foro hablando un poco del chanbara, el cine de espadas japonés. La idea es hacer un repaso del género desde sus inicios, con un afán más práctico que enciclopédico. Iba a hacerlo en una sola entrada, pero lo mejor es que abra un hilo y lo vaya actualizando poco a poco, porque de otro modo sería un tochal inabarcable. Intentaré proporcionar un poco de contexto histórico, pero me centraré sobre todo en citar cuáles son los directores, los actores, los personajes y los títulos más importantes, ya por su calidad, ya por su relevancia, en cada etapa particular, desde finales de 1800 hasta la actualidad. Me gustaría insertar imágenes y vídeos con escenas clave, pero no sé si seré capaz de hacerlo. En cualquier caso, invoco ayuda externa y veremos qué sale.

¿Se pueden explicar cien años de género cinematográfico en unas pocas palabras? Obviamente, se puede, pero todos los matices se quedan en el tintero. Espero que el resultado sea, al menos, informativo y comprensible.

Dicho todo lo anterior, respondemos a dos preguntas y tiramos p’alante.

[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Fmedia1.giphy.com%2Fmedi...f=1&nofb=1]
1. ¿Qué es el chanbara? Un subgénero cinematográfico netamente japonés, que hace especial énfasis en la aventura, el movimiento y las luchas con espadas, por encima del verismo histórico. Sus películas suelen estar protagonizadas siempre por samuráis o ronins (samuráis sin amo) más o menos arquetípicos. Se le suele comparar con el western, pero tiene tanto que ver con este como con el cine de capa y espada.

2. ¿Significa eso que todas las películas de samuráis son chanbaras? No. Al igual que no hay que confundir lo que nosotros llamaríamos «cine histórico» con el «cine de acción y aventura», tampoco conviene pensar que todas las películas de samuráis son iguales. Las primeras, las de corte histórico, se llaman allí jidai-geki, y son dramas de época de pleno derecho. Las segundas, derivadas de las anteriores, forman parte de un subgénero propio, mucho más orientado a la acción que al drama, llamado ken-geki, o «cine de espadas». La cultura popular acabaría transformando el ken-geki en chambara, término que se deriva de la onomatopeya que produce una katana al chocar con otra, o cortar la carne del adversario: en japonés, chanchan barabara.
 

¿CUÁNDO EMPIEZA EL CHANBARA?
Pues, prácticamente, desde los inicios de la industria cinematográfica japonesa. Aunque buena parte de su producción anterior a la Segunda Guerra Mundial se ha perdido, los nipones ya hacían películas a finales del siglo XIX. Momini Gari (1899), de Tsunekichi Shibata, es la primera película de la que se conserva una copia. Se trata de un corto de apenas cuatro minutos protagonizado por Danjuro Ichikawa y Kikugoro Onoe. Hay constancia de que se rodó una cantidad ingente de cortos similares. Eran sobre todo historias de fantasmas de las que no ha sobrevivido ninguna copia hasta nuestros días, pero lo que sí se ha comprobado a ciencia cierta es que, entre 1909 y 1928, Matsunosuke Onoe, un actor de kabuki que tuvo el privilegio de ser la primera estrella del cine de su país, llegó a protagonizar más de 1000 películas. Puede parecer una barbaridad. No obstante, como verá quien siga leyendo en entregas posteriores, los nipones no se distinguen por su tendencia a la mesura.

¿EN QUÉ MOMENTO ESTALLÓ COMO GÉNERO?
Se sabe que, a mediados de los años 20 del pasado siglo, los chanbaras ya causaban furor. Actores como Shôjiro Sawada protagonizaban cintas en las que se podían ver unos combates entre espadachines acompasados y realistas que se volvieron rápidamente populares entre el público. Estas obras primigenias se parecen mucho a las matinées inglesas, puesto que en ellas había un único combate y el público esperaba con impaciencia el enfrentamiento entre los antagonistas en el dai-ketto (gran duelo), que solía producirse al final. La influencia occidental era ya entonces más fuerte de lo que la mayoría de la gente sabe, puesto que es una productora estadounidense, la Tanhauser Company, la que hace posible la primera película del género protagonizada por una mujer, en 1911, y la industria del cine va alcanzado una importancia cada vez más pujante.

En los años 30 podemos hablar de la existencia de una industria fuerte, profesional, de la que salen títulos con regularidad, que incluso adaptan las obras literarias más punteras de la época en su país, como las aventuras de Tange Sazen, un antihéroe que se hizo extremadamente popular (tenéis la primera de sus novelas, La katana del lamento, de Kaitaro Hasegawa, editada en España por Satori), del que hasta llega a haber un spin-off femenino en 1937. A finales de esa década soplan ya vientos de guerra y empieza la censura. Las producciones cobran un cariz nacionalista. La producción nacional se reduce casi en su totalidad a historias dramáticas protagonizadas por héroes salvadores y defensores de la patria que deben convertirse en modelos a seguir en tiempos difíciles.

Las aventuras de Miyamoto Musashi, noveladas por Eiji Yoshikawa, aparecen en el diario Asahi Shimbun entre 1935 y 1939. En 1940 se producirá la primera adaptación al cine de la obra de Yoshikawa de la mano de Hiroshi Inagaki (quedaos con este nombre, porque volverá en breve), protagonizada por el conocido Chiezo Kataoka. Dos años antes, en 1938, Japón ha emprendido ya la invasión a China. En 1941 se produce el ataque de Pearl Harbor. Está a punto de desatarse el mayor infierno que la humanidad conocerá jamás.

[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Ftse2.mm.bing.net%2Fth%3...%3DApi&f=1]
EL PARÉNTESIS DE LA GUERRA
No voy a hacer ahora un ensayo histórico aquí porque os iba a aburrir cosa mala, pero tampoco está de más decir que la Segunda Guerra Mundial fue devastadora para Japón en todos los sentidos. El país fue literalmente barrido por los bombardeos estadounidenses de norte a sur. Se estima que entre el 53 % y el 90 % de los habitantes de más sesenta ciudades japonesas resultaron aniquilados antes de las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, que dejaron otro número de muertos estimado en más de un millón y medio de bajas (la cifra real nunca se sabrá, porque los recuentos oficiales del emperador Hiroito se perdieron). Tampoco es que ellos hubieran sido unas hermanitas de la caridad durante el conflicto. Si alguien está interesado en el tema, puede investigar sobre sus tropelías en los territorios de China y Corea o sobre el infame Escuadrón 731. Que no todo en Japón es Doraemon, Salior Moon y Bobobó. Esta gente tuvo siempre mucha mala leche.

Ya, ya sé que lo que importa es el cine. Me limito a mencionar todo esto por dos sencillas razones:

1.     En la destrucción imperante, casi todo el patrimonio cinematográfico se perdió, al ser material altamente inflamable.

2.     La ocupación estadounidense liderada por McArthur, entre muchas otras cosas que llevaría tiempo desglosar, prohíbe terminantemente las películas de samuráis y de época, por considerar que promueven valores feudalistas inadecuados para la nueva moral del país, tales como la lealtad a un señor, la venganza o el suicidio ritual por motivos de honor. A cambio, los cines japoneses se llenan de películas americanas y… dibujos animados. ¿Les vendrá de ahí la pasión por el anime? Quién sabe.

La producción cinematográfica del periodo de ocupación estuvo fuertemente condicionada por la presencia estadounidense, pero un buen número de directores que después serían decisivos para la industria estaban ya presentes en la escena. Muchos de ellos trabajaban en los estudios antes de la guerra y se reincorporaron al trabajo una vez hubo terminado el conflicto. Kenji Mizoguchi, Hiroshi Inagaki y Yashujiro Ozu fueron algunos de los veteranos que pudieron regresar con vida. En cuanto a los que después dejarían huella, podríamos citar a Masaki Kobayashi, Akira Kurosawa o Yoji Yamada, entre otros.

El sistema de estudios japonés tenía implantado un procedimiento de trabajo muy eficaz que permitía el aprendizaje a los recién llegados. Los aspirantes entraban a trabajar en cualquier oficio (actor, carpintero, camarógrafo, técnico de luces, chico de los recados, etc.), pero después se iban posicionando en los diferentes puestos en base a su talento. De este modo, aquellos que demostraban cualidades para ser un futuro director eran signados como ayudantes de algún realizador reconocido. Y estaban listos para volver a la carga cuando los americanos se fueron.

LOS 50, LA EDAD DE ORO
El 8 de septiembre de 1951 se firma el Tratado de San Francisco, que marca el fin de la ocupación aliada y no entra en vigor hasta el 28 de abril de 1952, cuando Japón se convierte nuevamente en un Estado, ahora condicionadamente independiente (no pueden tener ejército propio, pero pueden y deben presar apoyo militar a los USA cuando estos lo requieran). Libres de nuevo para recuperar su identidad nacional y tratar los temas que quisieran en sus películas, los japoneses reflotan la industria con fuerza.

Hubo otros muchos, pero, dentro del chanbara, surge la figura de dos directores que son, en opinión del que suscribe, esenciales para el género: Hiroshi Inagaki y Akira Kurosawa. Los dos tenían alma de artistas, más que de artesanos, vivieron la guerra en sus carnes y, terminada esta, se entregaron con pasión a su oficio, pero, de algún modo, representan las dos caras de una misma moneda.

Akira Kurosawa (1910-1992)
[Imagen: ?u=http%3A%2F%2F3.bp.blogspot.com%2F-Tin...f=1&nofb=1]
Empiezo por él no porque sea el más conocido, sino porque, en 1950, antes de que los americanos dejaran el país, estrenó una película que fue fundamental para toda la industria cinematográfica japonesa. Kurosawa era el séptimo hijo de una familia que tenía legítimo linaje samurái, y su padre le hablaba a menudo de ese mundo de antaño, lo que puede que le influyera no poco a la hora de trasladar ese sentimiento «marcial» al cine. Tenía pasión por la pintura, pero acabó recalando en la industria y debutando en 1943. Fue el más internacional de los directores de su generación, lo que le acabó pasando factura, sobre todo en los años 70, como veremos más adelante, porque, paradójicamente, tuvo menos problemas para sacar adelante sus películas con los americanos que con los censores japoneses, que consideraban sus películas «demasiado occidentales». No abundaré en su figura porque teclados más autorizados que el mío la han tratado en abundancia. Recomiendo el libro El emperador y el lobo, editado en España por T&B editores (disponible en Amazon y La Casa del Libro) y recomendado por el mismísimo Scorsese, para ahondar en ella. Títulos esenciales.
[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Ftse1.mm.bing.net%2Fth%3...%3DApi&f=1]
·        Rashomon (1950): aunque no es una película de chanbara, la cito por su importancia capital. Con diez películas a sus espaldas para entonces, Kurosawa pone a Japón en el mapa cinematográfico mundial tras ganar el León de Oro en el Festival de Venecia en 1951 y el Óscar a la Mejor Película Extranjera en 1952. Ambientada en el siglo XII, narra un asesinato a través de cuatro personajes (la esposa del muerto, el acusado, un testigo y el propio samurái asesinado, a través de una médium), cada uno con una versión distinta de los hechos, pasada por el filtro de su conveniencia y subjetividad. Narrada en flashbacks, en los que cada personaje desarrolla «su historia» desde su propio punto de vista, hablamos de una puta obra maestra que abrió la caja de los truenos. El pistoletazo de salida para toda una serie de cineastas japoneses ansiosos por estallar. Si te gusta el cine, tienes que verla sí o sí. Puso a Toshiro Mifune (el bandido) en primera línea de combate y le dio un estatus que ya no abandonaría hasta sus años finales.
https://youtu.be/xCZ9TguVOIA

[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Fupload.wikimedia.org%2F...f=1&nofb=1]
·        Los siete samuráis (1954): León de Plata en la Mostra de Venecia y dos candidaturas al Óscar para la primera película de Kurosawa que es netamente perteneciente al chanbara. Un grupo de ronins del siglo XVI aceptan el contrato de un grupo de granjeros para que los defiendan de una banda de ladrones que saquea su pueblo. Mil veces imitada pero nunca superada. Takashi Simura (Kambei, el líder del grupo) y Toshiro Mifune están que se salen en sus papeles, pero es que el resto de reparto no desmerece en absoluto. En España hay editado en BR un montaje que pasa de las tres horas que no me cansaré de recomendar. Esta película solo puede calificarse como «obra maestra seminal», y está rodada de tal manera que, a pesar de su blanco y negro, sigue siendo una gozada hoy en día. La batalla final es un ejemplo de cómo rodar acción.

[Imagen: ?u=http%3A%2F%2Fmovieposters.2038.net%2F...f=1&nofb=1]
·        Trono de sangre (1957): Macbeth ambientado en el japón feudal. Hablamos, pues, de un jidei-geki con tintes de espada y brujería. ¿Por qué traerla a colación? Porque es un peliculazo como la copa de un pino. De una fuerza expresiva difícil de alcanzar y plenamente vigente hoy en día. Kurosawa seguía dando muestras de su gusto por fusionar culturas (Los siete samuráis fue acusada en su país por ciertas voces de estar demasiado cerca del western), respetando al máximo la esencia de su cultura. De nuevo, Mifune como prota, dicho sea de paso.

[Imagen: the-hidden-fortress-sm-web.jpg]
·        La fortaleza escondida (1958): Toshiro Mifune (actor fetiche de Kurosawa hasta que salieron a mal y jamás volvieron a trabajar juntos) es un samurái que debe escoltar a una princesa durante un viaje a través de territorio enemigo. Dentro de la filmografía de Kurosawa es un entretenimiento menor, cine de aventuras más comercial que denso o profundo, aunque impresionó a George Lucas lo suficiente como para considerarla su favorita del director. RD2D2 y C3PO provienen directamente de cierta pareja de secundarios que aparece por aquí. Recomendable, pese a todo, porque sigue siendo un entretenimiento de primer orden, y el personaje de la princesa tiene mucha más miga de lo que parece.
 

Hiroshi Inagaki (1905-1980)
[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Fupload.wikimedia.org%2F...f=1&nofb=1]
Inagaki rodó su primera película en 1923 y ya era todo un director reputado mucho antes de la guerra. En 1950, cuando Kurosawa da un golpe encima de la mesa con Rashomon, Inagaki, que había sido uno de los directores más afines al chanbara antes de la guerra, retoma el género con afán tradicionalista. Su enfoque es tan clásico como lírico, cuidando al máximo la puesta en escena y buscando sobre todo la belleza plástica. En general, vistas hoy, sus películas parecen más «viejas» que las de Kurosawa, pero en eso reside parte de su encanto. Inagaki no hacía simples entretenimientos. Abordaba su trabajo con una seriedad casi trascendental, porque quería recuperar una tradición apaleada que, a veces, glorifica en sus películas. En años posteriores surgirán directores que usarán el género para dinamitar esa misma tradición desde dentro, con un claro espíritu crítico. Pero Inagaki no sucumbirá a esto ni siquiera durante los años 70, tan nefastos para los cineastas más «clásicos y occidentalizados». Lo veremos en su momento.

Es más conocido por su trilogía Samurái, que vuelve a adaptar (él mismo ya había dirigido la versión de 1940) la trilogía de novelas sobre Mushashi escritas por Eiji Yoshikawa (que, por cierto, tenéis editadas en España por Quaterni, pequeña editorial especializada en japonismo de la que se puede hablar largo y tendido), su filmografía va mucho más allá de eso.

[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Fpics.filmaffinity.com%2...f=1&nofb=1]
·        Sword of Hire (1952): escrita a pachas con Akira Kurosawa, finalmente fue dirigida por Inagaki porque el emperador (mote de Kurosawa, por si no lo no había mencionado) estaba inmerso en la preparación de Los siete samuráis. Es una película de aventuras que marca la pauta de lo que sería su cine posterior. Toshiro Mifune a la cabeza del reparto, aventura con mucho costumbrismo, mimo por la tradición y toques de melodrama de época.

[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Fi.pinimg.com%2Foriginal...f=1&nofb=1]
·        Samurái I: Musashi Miyamoto (1954): primera entrega de la trilogía de Mushashi, una de esas que «hay que ver» porque son fundacionales del género. Se pueden ver en un programa triple para apreciar la evolución del personaje, y respetan de una forma bastante escrupulosa las novelas originales. Especial mención merece la forma que Inagaki tiene de rodar los duelos a espadas, buscando siempre la mayor belleza posible. Se llevó el Óscar a la mejor película extranjera de ese año. Este primer capítulo de la forja de un héroe (el héroe arquetípico de Japón, podríamos decir) presenta un complejo entramado de emociones que serían la base del género por siempre jamás. Amor, ambición, amistad, lealtad, deber, honor, espiritualidad, valor y cobardía. Todo está aquí.

[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Fi.pinimg.com%2Foriginal...f=1&nofb=1]
·        Samurái II: Duelo en templo Ichijoji (1955): después de tres años recorriendo Japón y ganándose una reputación de espada temible, Mushashi vuelve al hogar para enfrentarse al líder de la más prestigiosa escuela la región. Introduce al personaje de Sasaki Kojiro, que será fundamental para el desenlace de la historia, y se centra más en la acción que en desarrollo de personajes, pero Inagaki lo está haciendo a propósito, porque trabaja en las tres películas como si fueran una sola. Rodarse una trilogía a película por año tiene su mérito, las cosas como son.

[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Fi.ebayimg.com%2Fimages%...f=1&nofb=1]
·        Samurái III: Duelo en la isla Ganryu (1956): en la última parte de la trilogía, los duelos tienen una importancia más capital si cabe, bien porque parezcan no llegar nunca (Sasaki Kojiro acecha), bien porque se desarrollen en un marco de tensión cargado de simbología. El duelo final de esta película, en la playa, al amanecer, con la barca al fondo, la amada observando con el corazón en un puño y las olas batiendo la orilla, sigue siendo uno de los mejor rodados del género, a pesar de la precariedad técnica y la mala conservación de las copias que han llegado a nuestros días.

[Imagen: ?u=https%3A%2F%2Fcdn.cinematerial.com%2F...f=1&nofb=1]
·        Los tres tesoros (1959): de nuevo, no es 100 % chanbara, pero la traigo a colación porque es toda una curiosidad para todo el que guste del japonismo. La película se adentra en los orígenes mitológicos de Japón y, tras una introducción que narra el nacimiento de los dioses y de las propias islas que conforman el país, pasa a narrar la historia del príncipe Mikoto. Espadas mágicas, un dragón de ocho cabezas al más puro estilo Gozilla, puro espectáculo visual en una explosión de color y efectos especiales clásicos que, en su mayor parte, siguen siendo estupendos hoy en día. Sus tres horas de duración se le pueden hacer pesadas a alguien que no esté interesado (o curtido) en el género, pero si te gustan las películas de Harryhausen con esta gozas cosa mala.
 

De momento, con esto llegamos al final de la primera entrega. La siguiente se centrará en la década de los 60 y me dará tres veces más trabajo, porque lo que viene después es una verdadera explosión de títulos, directores nuevos, directores ya tratados que siguen repartiendo arte y estopa, personajes míticos y hasta alguna que otra saga que supera en cantidad de películas a la del mismísimo James Bond. Volveré cuando pueda. Mientras tanto, siéntanse libres de comentar lo que sea menester. Y, si pueden ayudar con el tema de las imágenes y los vídeos, porque creen que merece la pena, bienvenido sea.

Nos vemos en la siguiente.
Soy una puta, pero una puta muy cara.
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Pedazo artículo peck. Una gozada leerlo y esperando el siguiente.

El año pasado jugué al último juego de Fromsoftware, "sekiro, shadows fue twice", el cual hizo que me interesara por un ámbito de este género que jamás había tocado, como es la literatura japonesa de samurais. Buceé por internet y me encontré con justo dos obras que comentas. Las aventuras de Tange Sazen y Musashi. Por cuestiones de tiempo y rachas de interés (funciono muy así. Me da por algo durante un tiempo, después lo aparco porque me da por otra cosa, vuelvo, etc) me leí el primero de Musashi, y ahí tengo el resto de la trilogía a la espera de que la vena samurái me vuelva a dar (este post ayuda mucho). Pero esto viene a tu mención sobre la editorial. Si tienes tiempo y ganas y amplías información, yo encantado, porque ese primer volumen me pareció estupendo. Aventura pura y dura, con un personaje principal que inicia un viaje iniciático y vital la mar de interesante.

Halagar a Kurosawa es ley para mí, así que no puedo añadir mucho más. Este último año me puse al día con "Rashomon", una de las eternas pendientes que siempre tuve. Poco que añadir a lo que escribes, más allá de desear que los chicos de acontracorriente films se animen a editarla en blu Ray en esas ediciones tan cucas como ya han hecho con otras varias del emperador (los siete samuráis, trono de sangre, la fortaleza escondida, vivir y el infierno del odio son las que, creo, hay a día de hoy. Cucas por bonitas. En materia de extras vienen peladísimas).

Eso sí, un pequeño palo al emperador. "La fortaleza escondida" atesora momentos cojonudos con ciertos problemas de ritmo que, en mi opinión, empañan un tanto el resultado final. Aún con todo, el duelo a mitad de cinta es tremendo.

A Inagaki no lo conozco (imagino que me hablases de él en la charla que tuvimos del tema en LHP). El problema es que en ocasiones este tipo de cine es complicado de encontrar incluso mediante métodos no bien vistos, ya no digamos dentro de la legalidad, sobre todo si hablamos de cintas que se alejan un tanto del imaginario popular.
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(10-06-2020, 07:04 PM)Leto83 escribió: Pedazo artículo peck. Una gozada leerlo y esperando el siguiente.

El año pasado jugué al último juego de Fromsoftware, "sekiro, shadows fue twice", el cual hizo que me interesara por un ámbito de este género que jamás había tocado, como es la literatura japonesa de samurais. Buceé por internet y me encontré con justo dos obras que  comentas. Las aventuras de Tange Sazen y Musashi. Por cuestiones de tiempo y rachas de interés (funciono muy así. Me da por algo durante un tiempo, después lo aparco porque me da por otra cosa, vuelvo, etc) me leí el primero de Musashi, y ahí tengo el resto de la trilogía a la espera de que la vena samurái me vuelva a dar (este post ayuda mucho). Pero esto viene a tu mención sobre la editorial. Si tienes tiempo y ganas y amplías información, yo encantado, porque ese primer volumen me pareció estupendo. Aventura pura y dura, con un personaje principal que inicia un viaje iniciático y vital la mar de interesante.

Halagar a Kurosawa es ley para mí, así que no puedo añadir mucho más. Este último año me puse al día con "Rashomon", una de las eternas pendientes que siempre tuve. Poco que añadir a lo que escribes, más allá de desear que los chicos de acontracorriente films se animen a editarla en blu Ray en esas ediciones tan cucas como ya han hecho con otras varias del emperador (los siete samuráis, trono de sangre, la fortaleza escondida, vivir y el infierno del odio son las que, creo, hay a día de hoy. Cucas por bonitas. En materia de extras vienen peladísimas).

Eso sí, un pequeño palo al emperador. "La fortaleza escondida" atesora momentos cojonudos con ciertos problemas de ritmo que, en mi opinión, empañan un tanto el resultado final. Aún con todo, el duelo a mitad de cinta es tremendo.

A Inagaki no lo conozco (imagino que me hablases de él en la charla que tuvimos del tema en LHP). El problema es que en ocasiones este tipo de cine es complicado de encontrar incluso mediante métodos no bien vistos, ya no digamos dentro de la legalidad, sobre todo si hablamos de cintas que se alejan un tanto del imaginario popular.

Lo cierto es que no recuerdo haber hablado de Inagaki antes, ni siquiera en LHP. Tengo muchas filias y raramente he hablado de todas ellas, ya fuera por tiempo o porque entraba allí buscando risas y poco más. De todas formas, si te interesa el tema, puedo ampliar información sobre ediciones de las películas y demás. Algunas cosas se pueden conseguir y otras no. Yo las he visto todas y las tengo casi todas, pero muchas las conseguí solo a través de métodos cuestionables. Si en inglés no tienes problema, hay una página yanqui especializada en chanbara que sirve a todo el mundo y cuenta con miles de títulos. VO subtitulada al yanqui, en su mayor parte. Y Criterium tiene ediciones de muchas de las mejores. Tanto Trono de sangre como Los 7 samuráis están en español. Lo de Inagaki es más complicado.

He repasado la entrada de hoy y he llegado a la conclusión de que lo mejor que puedo hacer es considerar este hilo como en constante proceso de mejora (concepto muy japonés ese, también). Ahora mismo creo que puedo completar lo que hay añadiendo los carteles de las películas citadas y fotografías de los directores. Además, el post está cojo sin dar su espacio a dos actores esenciales para esta década: Toshiro Mifune y Takashi Shimura. Ahora mismo estoy trabajando en eso. Espero poder subirlo mañana. Las décadas posteriores vendrán después, a razón de década por entrada. Con los 60 y los 70 tengo curro de cojones.  Big Grin

La fortaleza escondida es, claramente, un título menor dentro de la filmografía del emperador, pero hay gente a la que hasta el hijo más feo le sale saleroso. Siempre pensé que Lucas demostraba muy poco buen gusto a la hora de citar esta como su favorita, habiendo cipotes como Trono de sangre para elegir, hasta que entendí que una cosa puede gustarte mucho y ser una mierda, objetivamente hablando. Y esta peli está lejos de ser una chusta. Sobre Quaterni, una duda: ¿Prefieres hablar de este tema aquí, o en hilo al margen?
Soy una puta, pero una puta muy cara.
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Quaterni. Quizás lo suyo sería en la sección off topic, que al fin y al cabo esta es la sección de cine. Supongo. Yo lo leeré igual en un sitio u otro.

Respecto a criterion. Llegó a España al final? Me sonaba que solo a Reino Unido o algo así, pero no recuerdo bien. Me darías un alegrón mayúsculo. A veces echo un ojo a dichas ediciones por internet y se me hace la boca agua, pero eso, no me suena que estén editadas aquí. Las que digo yo vienen peladucas, pero no están nada mal en cuanto a calidad de imagen (o eso quiero creer). Eso sí, audio únicamente en japonés, subs en castellano y en catalán (creo).

Sobre comentar las ediciones, me parecería un añadido fantástico al post, pero eso implica mucho trabajo supongo y bastante te lo estás currando ya, así que como tú lo sientas.
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(10-06-2020, 08:08 PM)Leto83 escribió: Quaterni. Quizás lo suyo sería en la sección off topic, que al fin y al cabo esta es la sección de cine. Supongo. Yo lo leeré igual en un sitio u otro.

Respecto a criterion. Llegó a España al final? Me sonaba que solo a Reino Unido o algo así, pero no recuerdo bien. Me darías un alegrón mayúsculo. A veces echo un ojo a dichas ediciones por internet y se me hace la boca agua, pero eso, no me suena que estén editadas aquí. Las que digo yo vienen peladucas, pero no están nada mal en cuanto a calidad de imagen (o eso quiero creer). Eso sí, audio únicamente en japonés, subs en castellano y en catalán (creo).

Sobre comentar las ediciones, me parecería un añadido fantástico al post, pero eso implica mucho trabajo supongo y bastante te lo estás currando ya, así que como tú lo sientas.


Al final de la serie de entradas, se puede hacer un epílogo para ediciones físicas de las películas citadas, así como de las novelas (o cómics, que también los habrá) en las que se basan. Creo que para mí sería lo más cómodo, porque a la larga solo supone hacer una entrada más. Wink
Soy una puta, pero una puta muy cara.
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Magnífico hilo, como cabía esperar. Lástima que ya maneje las referencias comentadas (Kurosawa es Dios), pero bueno veo que te ha llevado su tiempo sólo la introducción. Y los 60 como dices vienen cargaditos así que... paciencia XD Tengo muchísimas ganas de hincarle el diente a la trilogía Samurai de Inagaki. A ver si doy con ellas. Me apunto eso sí las otras dos. Por otro lado, por comentar por si la has visto (no vaya a ser que no merezca la pena) en mi lista tengo apuntada una versión de los 50 de los 47 ronin (ChūshinguraKunio Watanabe 1958). Y la de Inagaki de 1962, que entiendo que reseñarás en el próximo post. Bueno y por supuesto la versión en dos partes de Mizoguchi de 1941 (en Filmin extrañamente sólo tienen la primera). No sé que opinarás respecto a estas versiones de la misma historia, cuál es la mejor, con cuál no debo perder el tiempo... (no sé porque me da que con ver la de Inagaki ya voy bien servido).

"This aggression will not stand, man"
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Efectivamente, la de Inagaki es, a mi juicio, la mejor. En los 40 la industria está todavía muy en pañales, después de la guerra, y la de los 50 no es muy diferente. En los 60 Inagaki está en todo su poderío y se nota. Para todo lo demás... tiempo habrá, tranquilo. Eso espero, al menos.  Big Grin

PD: En términos generales, entre los 50 y los 60 se nota un salto de calidad en un montón de directores. En los 50 los que más destacan son estos dos, pero hay mucha buena gente cogiendo tablas en esta década, y no será hasta la siguiente que les darán rienda suelta para meterse de lleno en el género. Ten en cuenta que se hicieron, literalmente, miles de le películas de ambos gekis en poco más de una década. Imagina entre los 50 y los 70. Imposible que todo fuera bueno.
Soy una puta, pero una puta muy cara.
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(10-06-2020, 08:53 PM)Peckinpah escribió: Efectivamente, la de Inagaki es, a mi juicio, la mejor. En los 40 la industria está todavía muy en pañales, después de la guerra, y la de los 50 no es muy diferente. En los 60 Inagaki está en todo su poderío y se nota. Para todo lo demás... tiempo habrá, tranquilo. Eso espero, al menos.  Big Grin

PD: En términos generales, entre los 50 y los 60 se nota un salto de calidad en un montón de directores. En los 50 los que más destacan son estos dos, pero hay mucha buena gente cogiendo tablas en esta década, y no será hasta la siguiente que les darán rienda suelta para meterse de lleno en el género. Ten en cuenta que se hicieron, literalmente, miles de le películas de ambos gekis en poco más de una década. Imagina entre los 50 y los 70. Imposible que todo fuera bueno.

Vamos un boom similar al que tuvo el género western también por aquel entonces al otro lado el charco. Yo en mi lista lo que más abundan son los 60 sí.

"This aggression will not stand, man"
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LOS 60, UNA EXPLOSIÓN DE KATANAS

Lo admito, no sé cuántos meses han pasado desde la última vez que me puse a la tecla para hablar del chanbara. Todo lo que ha pasado en este tiempo me ha cambiado la perspectiva sobre muchas cosas. Sobre todo, en mi percepción de lo que es y no es importante, lo que resulta y no resulta trivial. Y sí, también en mi forma de «entender el cine». Pero si tiene sentido seguir con este hilo es por un solo motivo: tal vez alguien descubra un título, un director, algo que le ayude a disfrutar de un cine que no conoce y le aporte algo de poso a su vida, ahora que parece que necesitamos más que nunca un poco de evasión sana.

Además, tengo que hacerlo por «entregas» porque quiero meter vídeos, y el foro tiene un límite de 5 por post, así que agradeceré que alguien publique una respuesta (la que sea, aunque incluya insultos hacia mi persona y comentarios del tipo «vete a la mierda ya, pesao») para poder seguir adelante. Porque en los 60 tenemos chicha de cojones.

Durante esta década, el chanbara salta en pedazos. En tan breve espacio de tiempo, los japoneses van a elevar al género a sus más altas cotas de calidad y lo van a abocar al agotamiento que lo hundirá en la decadencia. Es durante los sesenta cuando aparece una plétora de directores, personajes, sagas y actores que van a llenar las pantallas de samuráis sin amo y espadas justicieras de todo tipo y ralea. De todos ellos, nos vamos a quedar solo con los más relevantes, porque lo contrario nos llevaría a la locura. Esto va a ser una pincelada, una semilla de aventura, para que cada cual pueda ir rastreando nombres y explorando el territorio a su manera.

¿Nombres? Entre los directores, Masaki Kobayashi, Hideo Gosha y Kihachi Okamoto. Tres bestias pardas a las que habría que sumar el buen hacer de artesanos de la talla de Kenji Misumi o Tkuzo Tanaka, representantes de esa otra estirpe de realizadores currantes de «clase B» capaces de rodar películas de clase A. Entre los actores, Tatsuya Nakadai y Shintaro Katsu. El primero, probablemente el mejor actor que ha pasado por el género. El segundo, una puta leyenda que pasó a la historia por encarnar al mismísimo Zatoichi, pero fue mucho, mucho más que eso.

Pero, antes de adentrarnos en esos procelosos mares (límite de 5 vídeos, recuerdo), enlazaremos con la entrada anterior por medio de una pregunta: ¿Qué hicieron en estos diez años los dos directores de los que hablamos en la primera entrega?

HIROSHI INAGAKI

A lo largo de los sesenta, el más clásico de los directores del chanbara estuvo rodando una media de una o dos películas por año. Nos puede parecer un ritmo de trabajo brutal, pero en la industria japonesa de aquellos tiempos era algo bastante habitual. Durante esta etapa centró su carrera en recrear diferentes «episodios nacionales» (al más puro estilo Galdós) de la historia o la tradición japonesa, aferrado con firmeza a su forma de entender el medio. En cierto modo, su trabajo se vuelve acomodaticio, en el sentido de que no le interesa otra cosa que ofrecer melodramas de época fastuosos desde lo visual (decorados, vestuario, fotografía, etc.), pero con poco o ningún riesgo en lo narrativo.

Vistas hoy en día, sus películas se asemejan mucho a las del cine épico de la era dorada de Hollywood. Hablo de títulos como el Ben-Hur de William Willer, la Cleopatra de Joseph L. Mankiewicz o El Cid de Anthony Mann. Títulos que buscaban sobre todo hacer una buena taquilla por medio de apabullar al público con el despliegue de medios que había puesto en pantalla… sin preocuparse de contar historias particularmente novedosas o que exprimieran a fondo sus propuestas argumentales. De todas ellas, voy a destacar tres:

·        Daredevil in the Castle (1961): también conocida como La historia del castillo de Osaka. Un ejemplo perfecto de lo que es la transición de los 50 a los 60, porque funciona como una película puente entre lo que el séptimo arte había sido y lo que estaba a punto de ser. Protagonizada por un Toshiro Mifune más hortera que nunca, la película es un entretenimiento con algún que otro hallazgo visual marca de la casa que vista hoy, puede resultar un tanto rancia en según qué momentos, pero sigue siendo muy disfrutable si amas el género. Y tienes la peli completa, sin subtítulos, aquí. Eh, uno hace lo que puede. Para echarle un ojo basta.


·        47 ronin (1962): probablemente, la historia más conocida del Japón feudal, de la cual existen un buen número de versiones (una de ellas dirigida por uno de los nombres que cito más arriba). A esta no se le pueden poner muchas pegas desde lo formal, aunque desde mi punto de vista peca de ser un tanto maniquea y demasiado arquetípica. Los personajes son putos monolitos que cumplen su función dentro de la historia que se va desarrollando con precisión milimétrica, aunque sin sorpresas. No era Inagaki director de ideas iconoclastas. Para eso ya estaban otros de los que también hablaremos en futuras entregas.

·        Shikonmado (1964): en cierto modo, una especie de secuela espiritual de la historia del castillo de Osaka, pues narra la batalla del susodicho, que se salda con la derrota del ejército de Toyotomi, desde otra perspectiva. En esta Inagaki aumenta la apuesta. Más batallas, más personajes, más armaduras de época, decorados más grandes, ninjas y, cómo no, Toshiro Mifune aportando algo de presencia al conjunto. Pero, cuanto más avanza en su personal estilo, más va apartando este realizador de las tendencias que se van imponiendo a su alrededor, algunas de ellas verdaderamente rompedoras. Solo hay que ver el tráiler.


A partir de este momento, a Ianagaki cada vez le costará más ver financiados sus proyectos. Aunque hizo muchas otras cosas fuera del género (como todos los directores del momento), en lo que respecta al reinado de las katanas siguió en sus trece con títulos como Abare Goemon (1964), Sasaki Kojiro (1967) o Samurai Banners (1969), con la que terminaría la década. Esta última narra la historia de Kansuke Yamamoto, un samurái capaz de todo con tal de alcanzar su sueño: ser el gobernante de un Japón unificado bajo un solo mando. Muy al estilo de Tokugawa Ieasu.

Todavía le quedaría algo de cuerda y volveremos a verlo en la siguiente entrega de la serie, dedicada a los años 70, cuando tuvo que reconvertirse para no verse devorado por una industria que, para entonces, ya no gustaba del clasicismo y casi renegaba de su figura. Pero ya llegaremos a eso.

AKIRA KUROSAWA

Mientras que Inagaki parecía cómodo con la idea de ser algo así como «el John Ford del cine de samuráis», el emperador quería seguir un camino que lo alejaba cada vez más del género. Basta con ver su filmografía durante aquellos años para darse cuenta de que sus intereses artísticos eran otros. Los canallas duermen en paz (1960), El infierno del odio (1963) o Barbarroja (1965) tocan palos como el cine negro, el thriller y el drama médico, mucho más contemporáneos que aventureros. No obstante, todavía dejó dos títulos que, por diferentes motivos, revolucionarían el chanbara por méritos propios.

·        Yojimbo (1961): ¿Qué decir de ella a estas alturas? Adaptación apócrifa de la novela hard boiled de Dashiel Hammet Cosecha roja (publicada en España por Alianza Editorial en su colección de bolsillo, tirada de precio y recomendadísima), en clave de western de samuráis, ha pasado a la historia por establecer el icono cultural del ronin, el samurái sin amo que recorre el país sin otros valedores que su habilidad con la espada, sus principios y sus huevos toreros. Yojimbo introduce también cierto punto crítico hacia la sociedad tradicional japonesa y el concepto de protagonista «amoral» y cínico, tan alejado del samurái arquetípico, lo que no deja de ser un tratad sobre la MOLONIDAD. Una obra maestra que terminó de catapultar a Mifune al estrellato, introdujo a sus sucesor natural (Tatsuya Nakadai) en las grandes ligas (que ya nunca dejaría) y conoció una pronta secuela. ¿Echáis de menos el programa de Garci? Pues el que dedicaron a esta película no tiene desperdicio.


·        Sanjuro (1962): si bien no se puede decir que sea tan brillante como la anterior, hasta un Kurosawa menor es capaz de dar un ejemplo de cómo se rueda cine de aventuras, dando algún que otro puñetazo sobre la mesa. En realidad, el interés de Sanjuro como película es relativo. No reinventa el género, no introduce un hito en la historia de su protagonista ni tampoco supera a su predecesora en nada. Se la puede considerar un «más de lo mismo» que aprovecha a un Mifune y un Kurosawa en estado de gracia y un tanto «alimenticios». Pero entonces viene el final, y el Emperador se saca la chorra con un plano antológico.


Dice el propio Tatsuya Nakadai (que repetía como malo de la función, tal y como hiciera en Yojimbo) que cuando se pusieron a rodar no tenía ni puta idea de lo que iba a pasar. Aguantarse la risa cuando semejante chorro de sangre salió de su pecho no tuvo que ser fácil, al igual que no joder la toma, pero es que este tío no es un cualquiera. Ya lo iremos viendo.


Kurosawa no volvería a hacer cine de (o con) samuráis hasta 1980, cuando estrenó Kagemusa, la sombra del guerrero. Por el camino pasaría por toda clase de vicisitudes personales que le llevarían a intentar suicidarse y, posteriormente, a buscar financiación en Rusia para cascarse una de sus mejores obras: Dersu Uzala (1975). Pero esa es otra historia, y antes de llegar a ella tenemos que conta otra, la historia de la Nueva Camada, que vendrá en la siguiente entrega de la serie más aperiódica de cuantas han existido (salvo, quizá el Berserkr de Kentaro Miura y Canción de Hielo y Fuego).

Queda muuucha tela por cortar. De hecho, queda todo lo gordo a partir de ahora. Así que... ¡Nos leemos!
Soy una puta, pero una puta muy cara.
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Titán, @Peckinpah

Una pregunta que tenía pendiente. Qué te parece el Zatoichi de Kitano?

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(24-06-2021, 06:49 PM)JLM 2.0 escribió: Titán, @Peckinpah

Una pregunta que tenía pendiente. Qué te parece el Zatoichi de Kitano?



Me gusta mucho. Es una excentricidad muy personal de Kitano, que sabe rendir homenaje al original y, al mismo tiempo, ir en una dirección muy distinta y hasta novedosa. Como obra de autor, ejemplar. Como cine de entretenimiento, pasa muy bien el corte. Sus peculiaridades le pueden pasar factura a un espectador ajeno tanto al cine oriental en general como al de Kitano en particular, pero, en general, me parece muy buena. Y el número musical del final, que te rompe todos los esquemas, me parece un puntazo y me sube el buen humor hasta en un día muy malo.



Opinión muy subjetiva la mía, ya tú sabeh.
Soy una puta, pero una puta muy cara.
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Coño! Qué grata sorpresa. Siga, siga, que ahora viene lo bueno...

P.D. Si te digo que de todas las pendientes he acabado viendo la adaptación de Mizoguchi de 47 ronin. 4 horas de japoneses departiendo sobre el honor y la lealtad. Y cuando llega el tan ansiado asalto a la casa de Lord Kira... ¡el cabrón de Mizoguchi se marca una elipsis! Me cago en su puta calavera. Me tuve que poner la puta mierda de los ronin con Keanu Reeves para ver unos cuantos espadazos. Lo sé, es una ignominia, pero es que era lo único a mano.

P.D. Siempre me ha gustado más Sanjuro que Yojimbo, raro que es uno.

"This aggression will not stand, man"
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(24-06-2021, 07:01 PM)Peckinpah escribió: . Es una excentricidad muy personal de Kitano, que sabe rendir homenaje al original y, al mismo tiempo, ir en una dirección muy distinta y hasta novedosa. Como obra de autor, ejemplar. Como cine de entretenimiento, pasa muy bien el corte. Sus peculiaridades le pueden pasar factura a un espectador ajeno tanto al cine oriental en general como al de Kitano en particular, pero, en general, me parece muy buena. Y el número musical del final, que te rompe todos los esquemas, me parece un puntazo y me sube el buen humor hasta en un día muy malo.

Coincidimos plenamente. Me revisé hace bien poco unas cuantas de Kitano, Zatoichi entre ellas, y siguen siendo igual de buenas.
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@davesanchoo, Mizoguchi era un genio. Sin más.
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(24-06-2021, 07:16 PM)JLM 2.0 escribió: @davesanchoo, Mizoguchi era un genio. Sin más.

No lo dudo. Desde luego tenerme a mí 4 horas pegado a la pantalla durante toda la tarde noche, teniendo en cuenta que soy poco menos que un zombi durmiendo con suerte 4 horas al día, pues no está al alcance de cualquiera. Ahora que están varias de sus obras maestras en Filmin no tengo excusa para ponerme al día con su filmografía. Pero la verdad es que las tardes son disfrutonas o no son. Hoy un Jewison menor, pero descacharrante: Justicia para todos. Cómo no dar gracias por ese juez suicida de Jack Warden, o ese Jeffery Tambor enloquecido... y Pacino, cuando era el mejor actor vivo prácticamente.

"This aggression will not stand, man"
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Absolutamente, @davesanchoo. El final de esa película siempre me encantó, Pacino fuera de sí es un espectáculo. 

Puede que también ande por Filmin Lone Star?



Imprescindible. Con un final tan bonito...
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Ojalá. Sayles está desaparecido de plataformas. Otro eterno pendiente. Es irónico, cuanto más veo más tengo la sensación de estar perdiéndome otro tanto. Por eso lo reduzco en la mayoría de ocasiones a una máxima muy sencilla: lo que me apetezca en ese momento. A veces, si me encuentro con ánimos, me pongo "deberes". Pero santos deberes vaya.

"This aggression will not stand, man"
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Una gozada leerle, señor. Siempre es un disfrute danzar por aquí y descubrir cosas que añadir a la lista de pendientes. Siga con el espléndido trabajo.
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LA NUEVA CAMADA

Pasado el necesario trámite del post anterior, podemos remangarnos y entrar en harina de «todo lo gordo» con el primero de los directores de lo que he dado en llamar la Nueva Camada. Este término hace referencia a una generación de cineastas japoneses que primó en los sesenta y todavía tenía muy presente todo lo ocurrido en su país durante la Segunda Guerra Mundial, así como todo cuanto trajo a nivel social la posterior ocupación estadounidense. Se suponía que esta había terminado oficialmente en 1952, pero lo cierto es que Japón estaba supeditado a los deseos del país de las barras y las estrellas en todo lo relacionado con lo militar (lean vuesas mercedes un poco sobre la Fuerza de Autodefensa de Japón) y la presencia yanqui en Hokkaido se mantuvo hasta bien entrados los años setenta. Tan «desocupados» no estaban. Y eso provocó sus reacciones en el séptimo arte.

El rasgo común de los directores de la Nueva Camada es que todos tienen algo que decir. No son meros artesanos que ruedan lo que se les dice, sino que aportan a sus trabajos un toque personal, poseen una voz distintiva que enriquece un tipo de cine que, a priori, no debería ser otra cosa que un entretenimiento ligero sujeto a ciertas reglas sin mayores complicaciones. El director con el que voy a empezar a desgranar esta década es un ejemplo perfecto de ello.

MASAKI KOBAYASHI, EL GUERRERO PACÍFICO

Como veremos en futuros posts, hay otros realizadores mucho más representativos del chanbara que Masaki Kobayashi, puesto que este es sobre todo un género popular, centrado en el entretenimiento, más para ser disfrutado por la clase trabajadora en una pantalla al aire libre de un cine de barrio que por redactores del Carrieres du Cinema, por decirlo de algún modo. Entonces, ¿por qué empezar por él y no por otro? Porque incluso un tío que está considerado como «uno de los directores más influyentes del mundo» (cito textualmente), con intereses muy diversos y hasta elevados, puede rodar una de espadazos al tiempo que se mantiene fiel a su esencia autoral. Y para muestra un par de botones. Pero, antes, hablemos un poco de la persona.

Kobayashi nace en Hokkaido en 1916, estudia filosofía y se gradúa en la universidad allá por 1941 con la tesis Estudio de la edad de fundación del Templo de Muroji, un templo famoso por su apertura a las mujeres, en contraste con otros que las excluían. Para redactarla vive allí durante un mes, y lo menciono para resaltar una faceta de su persona que se hará palpable en todas sus películas: un profundo afán humanista que acompaña de una ética personal inquebrantable, así como un verdadero interés por entender el porqué de las cosas. Tenía más de «sabio» que de «comerciante», de «paladín» que de «mercenario».

Después de graduarse, tiene claro que se quiere dedicar al cine y se incorpora a los famosos Estudios Shochiku como asistente de dirección o, mejor expresado con sus propias palabras, «chico de los recados». En estos estudios también reciben formación, entre otros muchos, grandes directores como Yasujirō Ozu, Kenji Mizoguchi, Mikio Naruse, Keisuke Kinoshita, Yōji Yamada (que pasará por aquí en futuras entregas) o Akira Kurosawa. Creo haber mencionado con anterioridad que el sistema de estos estudios consistía en poner a todo el mundo a hacer de todo y, una vez cada individuo iba mostrando su talento natural, irlo encaminando hacia esa disciplina concreta. ¿Que tal persona demostraba talento para la construcción de escenarios? Para allí que iba. ¿Que tenía buena mano para los guiones? Pues a escribir. Si tenía ojo para la realización, se le ponía cerca de un director reconocido, con la idea que pudiera ir dominando el oficio desde abajo.

Trabaja allí durante ocho meses y, a pesar de que se declara abiertamente pacifista, no tarda en ser llamado a filas por el Ejército Imperial, que lo envía a Manchuria, donde se niega a combatir o a ser promovido a ningún rango mayor que el de soldado. Eso le gana un traslado a las islas Ryukyu, destino donde tiene contacto directo con la brutalidad de la guerra y el sinsentido de la vida castrense, que aplasta el verdadero ser del hombre, en pro de convertirlo en una herramienta sin alma, solo presta a obedecer órdenes por horribles que estas sean. Pasa el último año del conflicto como prisionero del Ejército de los Estados Unidos, con lo que tiene el dudoso privilegio de ser tratado como una puta mierda tanto por los suyos como por el enemigo. Cuando es liberado vuelve a los Estudios Shochiku para intentar retomar su vida donde la dejó. Pero la huella de lo que ha vivido de primera mano se queda con él para siempre.

Poco a poco, asciende en la profesión, rueda sus propios filmes, se va labrando una carrera como director y, para cuando acomete su primera película de samuráis, viene de cascarse una puta obra maestra del drama bélico. La condición humana (1958-1959) es un tríptico en el que Kobayashi vuelca toda su experiencia autobiográfica, protagonizado por un nuevo talento que empieza despuntar: Tatsuya Nakadai, su actor fetiche. En él se narra la historia de Kaji (trasunto del propio Kobayashi en muchos aspectos), un joven socialista japonés que trata de escapar de los horrores de la guerra a toda costa. Su odisea particular lo llevará a Manchuria, donde, a lo largo de las tres películas, pasará por diferentes situaciones: de director de un campo de prisioneros en unas minas de carbón de la China ocupada en la primera parte (No hay amor más grande), al campo de batalla en la segunda (En búsqueda de la eternidad), que lo lleva a experimentar los rigores de la guerra, el miedo a la muerte y la locura en sus propias carnes. Todo este sufrimiento se rebela como inútil cuando el ejército japonés sufre la derrota en la tercera (La oración del soldado), en la que se completa su transformación en un asesino amoral, capaz de hacer cualquier cosa por sobrevivir y acosado por la culpa, la deshonra y la vergüenza.


¿Os gustaron Cartas desde Iwo Jima, Apocalypse Now y La chaqueta metálica? Buscad La condición humana y pensad que se rodó varias décadas antes de cualquiera de ellas.

Pero estoy divagando…

Con todo lo dicho hasta ahora quiero destacar que, en 1962, a Kobayashi no le hace falta ya que nadie le quiera vender la moto sobre conceptos como «patria», «honor», «lealtad» o «tradición». Sabe perfectamente a dónde conduce ese camino y le parece mierda seca. Lleva todo eso en su mochila particular cuando rueda su primer filme de samuráis.

·        Harakiri (1962): criticar y demoler la tradición desde el más absoluto respeto a la tradición. Eso es lo que hace Seppuku, conocida en nuestra piel de toro con su acepción más popular y editada en DVD por DeAPlaneta. En 1630, terminada la guerra civil, muchos samuráis sin amo al que servir se ven condenados a la indigencia. Algunos recurren a una estratagema para pedir limosna sin perder la dignidad ni romper el código del bushido. Llaman a las puertas de la casa de un clan todavía poderoso y solicitan permiso para hacerse el seppuku en el patio del señor que, conmovido, les proporciona unas monedas para que puedan pagarse un poco de comida o, mucho mejor todavía, les concede un puesto en el clan que equivale a sustento de por vida. El problema es que pronto la argucia se vuelve un recurso común, las arcas no están para dispendios y a los señores de los clanes de les inflan las pelotas. Así que deciden dar ejemplo.

La película empieza con una armadura expuesta en un escenario envuelto en tinieblas. Es ominosa, es aterradora y también es una cáscara vacía, como el código de honor samurái en sí mismo. Una voz en off nos lee una entrada del diario de la casa solariega en la que ha ocurrido algo lo bastante gordo como para merecer una anotación en el libro de registros oficiales, que debe ser leído por las más altas instancias. Dicha historia se nos narra en flashbacks que van explicando el cómo y el porqué de toda la chicha del argumento, del cual no se puede adelantar gran cosa sin entrar en terreno spoiler. Baste decir que es el comienzo de un viaje de lleno de tensión, brutalidad, reacciones extremas y revelaciones impactantes.


¿Quién es ese guerrero que se presenta en casa del señor solicitando permiso para suicidarse? ¿Es solo un mendigo más, o tiene otras intenciones ocultas, tal y como parece indicar el hecho de que insista en contar su historia antes de proceder al ritual sin más? La respuesta a esas preguntas solo puede llegar en forma de un baño de sangre, como mandan los cánones del género.

·        Kwaidan, el más allá (1964): No es estrictamente una película de samuráis, y menos aún un chanbara, pero, siendo como soy amante del fantástico, el terror y las antologías, no podía dejar pasar la oportunidad de hablar de esta película, primera rodada en color por el director, porque me parece una maravilla. Basada en una compilación de mitos del folclore nipón escrita por el escritor grecoirlandés Lafcadio Hearn, Kwaidan está compuesta por cuatro cortos que, juntos, componen casi tres horas de metraje. El cabello negro es la historia de un samurái que renuncia a su verdadero amor para casarse con otra mujer que goza de una buena fortuna y da pie a una fantasmal venganza. La mujer de nieve nos presenta a un espíritu del hielo que le perdona la vida a un hermoso leñador (Tatsuya Nakadai), con la condición de que no revele a nadie ni su encuentro ni el desenlace de este. En Hoichi, el hombre sin orejas, un sacerdote ciego con inusual talento musical cree que está yendo todas las noches a dar un recital para la realeza, pero no sabe que toca para los fantasmas de una antigua batalla, y que cuanto más toca para ellos, más se acerca al mundo de las sombras y se aleja del nuestro (John Milius se basó en este corto para cierta secuencia de Conan el bárbaro, cuando el cimerio está a punto de morir y Mako lo amortaja y lo cubre de runas para que los espíritus no puedan reconocerlo y se lo lleven) y, por último, En una taza de té, nos muestra la obsesión de un escritor por la visión de un rostro que se refleja en la taza de su infusión favorita. Cada una tiene un tono, un tempo y un tratamiento estético diferente y un trabajo de las atmósferas, la dirección artística y los maquillajes que deja con la boca abierta incluso hoy en día. Recomendada no. Lo siguiente.


·        Rebelión samurái (1967): Remake de una película dirigida por Meiji Fujita, esta sí se puede considerar chanbara, aunque es uno más del estilo de Mizoguchi, con mucho diálogo de personajes sentados en tatamis, mucho desarrollo de la historia y mucho comprimir las emociones para que estallen al final, expresadas por medio de las espadas. Isaburo (un arquetípico Toshiro Mifune) es un samurái veterano de un clan local que vive tranquilo un largo periodo de paz. Goza de una posición de privilegio, puesto que es el probador de katanas oficial del señor del clan al que sirve como cabecilla de su propia familia. Los consejeros de su daimio le obligan a casar a su primogénito con Ichi, exconcubina y madre de uno de los hijos del señor. A pesar de que para él es uno de esos insultos que pretenden ser un honor, Yogoro, el hijo de Isaburo, acepta con tal de proteger a la familia, pero ocurre lo inesperado. Pasan los años y la relación entre Yogoro e Ichi no solo va bien, sino que desemboca en un amor y una felicidad sinceros, que dan como fruto una hija legítima. Isaburo ve la enorme diferencia entre ese matrimonio y el suyo propio, llevado a término por cuestiones políticas, y eso le cambia como persona. Es entonces cuando el daimio vuelve a reclamar a su concubina. Si Isaburo se niega a entregarla, las consecuencias serán terribles para todos.


Una de las características principales de los acercamientos de Kobayashi al cine de samuráis es que sus personajes protagonistas no luchan por un ideal, ambiciones materiales o porque sea lo que se espera de ellos. Luchan por salvaguardar su dignidad personal, en oposición a una sociedad que los coarta, que trata de aplastarlos como individuos y ahogar todo atisbo de sentimiento en ellos, en pro de lo que «debe hacerse». Son, en última instancia, personas normales que se enfrentan a todo y a todos con tal de defender aquello que los hace humanos. ¿Qué sentido tiene vivir conforme a un código, si este nos empuja a hacer las cosas más terribles que se puedan imaginar, hasta el punto de obligarnos a renunciar a nuestra humanidad? Esa es la esencia del mejor cine de Kobayashi.

Es, además, un director muy recomendable porque tiene una elevada conciencia estética y un manejo de la tensión envidiable. Cada diálogo, cada secuencia forma parte de un conjunto más elaborado, pensado para provocar un efecto acumulativo que desemboca en un final lleno de rabia y sin concesiones hacia el espectador. Aquí no hay esperanza, porque la vida no nos da finales felices. Nos da lo que nos da, y depende de nosotros cómo lo afrontemos. Ah, y cuando llegan los duelos, estos no solo están rodados como dios, sino que son el clímax de la historia. Todo lo planteado desemboca en el duelo, porque el duelo es el clímax mismo. Volveremos a hablar de él cuando lleguemos a los setenta.

Termino el mamotreto de hoy con el enlace a una de las pocas entrevistas que se pueden encontrar de Kobayashi en castellano, más que nada por completar la visión a modo documental. Cuidado con ella, porque contiene algún posible spoiler sobre momentos fundamentales de la trama de Harakiri. Recomiendo verla solo después de haber visto la película.


Y con esto llegamos al final de esta entrega. ¿Qué nos queda por delante a partir de ahora? Algún que otro realizador emblemático, sagas memorables, actores que lo petaron tan fuerte que se metieron a productores y llegaron a convertirse en artistas multimedia, directores especializados en el chanbara que, cuando tuvieron oportunidad de hacer trabajos más «serios», la dejaron pasar porque ya estaban haciendo lo que más les gustaba, guionistas de cómic metidos a cineastas… y más, muchos más katanazos.

Por lo pronto, el próximo día conoceremos a otro director que, esta vez sí, trabajaba el chanbara desde su perspectiva más lúdica y visceral, sin olvidarse por ello de la mala leche y la crítica a una sociedad que despreciaba. Uno con una visión de la violencia y la destrucción que, por momentos, lo acerca al espagueti western más desatado. Como decían en los anuncios de los juguetes de Gi Joe de los ochenta… ¡Próximo episodio en tu casa!



Nota: menciono en la entrada que una de las películas está disponible en DVD en el mercado español, pero no he dicho nada del resto. Se pueden adquirir todas salvo la trilogía de la condición humana, puesto que Kobayashi es uno de esos directores reputados en Europa que cuentan con ediciones accesibles de sus películas. A partir de ahora, indicaré cuándo las películas se pueden encontrar en España y cuándo no. Lapsus mío.

Nota 2: Os habréis dado cuenta de que hasta ahora no he respondido a vuestros posts. ¿Me he vuelto un petulante gilipollas, acaso? No, todo tiene un sentido. Voy preparando estas entradas con tiempo y las subo cuando me cuadra. El foro no permite que un mismo usuario envíe dos respuestas seguidas y si, por azares del destino, coincide que acabo de responder, el hilo se para  y otro día quiero subir una nueva entrega, a lo mejor no puedo hacerlo porque he sido el último en escribir. Para evitarlo, responderé en ediciones.

@manuwar, lo hablaré en su momento, cuando lleguemos a la década de los 2000, pero la de Miike es prácticamente un calco plano a plano de la original. El argumento es el que es y la historia no tiene piedad ni con los personajes ni con el espectador. Si te sirve de baremo, a mí los 13 asesinos de Miike me gustaron mucho más que los originales sesenteros, pero con Harakiri me pasa justo lo contrario. Me parece una copia más pobre que la original, que solo aporta algún toque estético puntual y algo más de lustre en el desparrame sangriento del final. Si tienes ánimo y voluntad, dale una oportunidad a la Kobayashi, pero no esperes ni un atisbo de buen rollo, porque no lo hay.

@davesanchoo, que sepas que no eres el único al que le gusta más Sanjuro que Yojimbo, así que no eres tan raro como piensas.  Angel
Soy una puta, pero una puta muy cara.
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@Peckinpah Enorme esto que está haciendo usted, Maese Peck.

'El Más allá' es una de las películas que más me han impresionado en mi vida. La vi hace casi veinte años, y solo la he visto esa vez, pero aún la tengo grabada a fuego. Artísticamente, cromáticamente, compite en belleza con la última época de Kurosawa. Es droga para los ojos.
'La mujer de nieve' es pura poesía fílmica. Es también un cuento tradicional japonés adaptado múltiples veces, de diferentes maneras, muy famoso (una vez lo vi hasta en un capítulo de Shin Chan). Para mí de lo mejor de la película.
'Hoichi' es el más largo y el que en alguna ocasión se me hizo más largo, pero tiene una puesta en escena y un diseño tan bestial, que solo se puede ver con un hilillo de baba colgando de las comisuras, incluidas las de la boca.
Y los otros dos, son terroríficos y me descubrieron, en una época en la que yo estaba muy 'into it', los orígenes de la fiebre del terror nipón, siendo tan escalofriantes o más que algunas de las muestras más famosas (bueno, el J-Horror y sus fantasmas pálidos y peludos se anticipan a la misma existencia del cine nipón, y se basan en mitos tan antiguos como la propia Amateratsu).

Una obra maestra indiscutible e inmensa que yo también recomiendo a todo el mundo. Dura tres horas, pero ojalá hubiese durado cinco e incluido más cuentos, o que Kobayasi hubiese hecho una secuela.

Edit --- De Seppuku vi el remake de Takashi Miike, que me gustó mucho. Aunque me dejó deprimido y jodido y odiando la vida durante más de una semana. ¿La original es así de deprimente?
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